La Vuelta al Mundo en un Violín
Música clásica para niños
La vuelta al mundo en un violín es un
espectáculo musical didáctico en el cual se presenta
música de diversos compositores en forma amena y
con participación del público.
La gran mayoría de los adultos supone (y
está comprobado por diversos estudios e
investigaciones recientes) que el introducir a un niño
en el mundo de la música clásica no sólo es
importante per se sino que también funciona como
estímulo para potenciar su rendimiento en otras áreas
de su vida cotidiana, tanto en el orden intelectual
como en el emocional.
La sensibilidad para disfrutar del arte musical es común a
todos los niños. Por tal razón lo más importante de este
evento es el contacto del público con la música:
intencionalmente la escenografía es sobria, y no se
utilizan muñecos o payasos, comunes en
espectáculos para niños.
jueves, 21 de julio de 2011
¿QUIEN LE TEME A LOS CLASICOS? Revista Planetario (La guía de los chicos)
Si uno se anima a madrugar un poquito el domingo, no debería perderse La vuelta al mundo en un violín. Bajo la batuta de Sergio Feferovich, maestro de la música y del carisma, la orquesta de cámara sale de gira por la música. Vivaldi, Beethoven, Schubert, Piazzolla y Aníbal Troilo forman parte del recorrido.
¿Como surgió el espectáculo?
Hace años dirigí la Orquesta Sinfónica Nacional de Honduras, en Tegucigalpa. Un día, mientras preparaba un concierto, invité a los chicos de una escuela al ensayo general. Cuando llegaron, la directora de la escuela me dijo: “maestro, si quiere toque un poquito y ya me los llevo”. Pensaba que los chicos se iban a aburrir con la música clásica. Pero antes de comenzar, les conté de qué se trataba lo que iban a escuchar –era la primera sinfonía de Brahms- y escucharon absortos: dos mil niños de escuela primaria en su primer contacto con la música clásica. Entonces pensé, esto tiene que funcionar en Buenos Aires.
A partir de esta sencilla consigna, Feferovich y los integrantes de la orquesta cuentan algo de la música: los agudos pajaritos de la Primavera de Vivaldi, la pasión de los ejecutantes, el entorno de producción de los compositores del barroco y otras delicias. “Muchos me decían: ‘¡cómo vas a tocar el Ave María de Schubert para los chicos!’ y sin embargo, es el momento de mayor silencio y atención”, dice Feferovich. La soprano sube a escena y el público parece hechizado.
Con una escenografía inexistente -“queremos que sea un concierto” señala Feferovich-, los chicos, y los grandes, escuchan a Vivaldi como es Vivaldi y a Mozart como es Mozart. “Todo esto, combinado con actividades participativas que hacen a la dinámica del concierto. Sin apartarnos de nuestra premisa: la música es la reina del espectáculo”.
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